jueves, 29 de marzo de 2012

Y a mí, ¿quien me representa?

Hoy he ido a trabajar para mi empresa. Una empresa que no es mía, pero me da de comer y que no podia permitirse mi ausencia hoy. He ido en coche porque trabajo en un polígono, y tenía miedo de no poder llegar. He madrugado más y he salido antes. He tardado el doble de tiempo en llegar. He trabajado 8 horas, haciendo un trabajo que hubiera tenido que hacer mañana, si no hubiera ido a trabajar. He salido corriendo para ir a la manifestación. Para defender mis derechos y decirle al Gobierno que no estoy de acuerdo en cómo lo está haciendo. He dejado el coche en casa y he pagado un billete de metro para meterme en calzador en una lata de sardinas deslizante. He llegado tarde pero he estado hora y media, dando soporte a la causa, pese a no creer en los convocantes. No he quemado ni roto nada, y he vuelto andando los 3 km que separan mi casa del centro, porque ya no habían servicios mínimos de transporte. He tenido que esquivar barricadas con la que ciertos vándalos creen que legitiman nuestras protestas, y que no hacen más que lo contrario

Y a mí, ¿quien me representa?

domingo, 18 de marzo de 2012

miércoles, 14 de marzo de 2012

Buenos días!

Ayer, el conductor del bus que cojo por las mañanas me esperó. Me había adelantado a unos 30 metros de la parada. Normamente hubiera corrido al verlo venir, pero aún no puedo. Iba a dejarlo escapar, pese a que tiene una frecuencia muy baja, y la alternativa hubiera sido tener que coger otra línea y hacer transbordo. Esa otra línea tiene una frecuencia muy superior, y hace la mayor parte del recorrido conjunto, pero él me esperó porqué me había reconocido y sabe que casi siempre voy con él y me bajo en el Walden, una parada dónde la otra línea ya no llega.

Me esperó porque el semáforo que está a 5 metros de la parada se había puesto en rojo, y en lugar de avanzar, esperarse allí y negarse a abrir las puertas, cómo hacen normalmente muchos otros, se esperó en la parada para que pudiera llegar.

¿Sabéis por qué me conoce? No es que sea amigo de mis padres, ni de mis abuelos, ni que sus hijos hubieran ido a la misma escuela que yo, ni que trabaje con su mujer, ni que seamos del mismo barrio. No se si tiene hijos, ni siquiera cómo se llama. Ni él tampoco lo sabe de mi. Me conoce porque por las mañanas, cuando me subo, haga frío o calor, tenga un buen dia o uno malo, le miro, le sonrío y le deseo buenos días.

Hoy, cuando ha llegado, yo estaba puntualmente esperándole en la parada. He subido detrás de los gemelos de 4 años que también le saludan, antes de ir corriendo a buscar el sitio junto a la ventana que cada día le toca a uno de los dos, le he saludado y me ha respondido, sonriendo, hoy no te ha tocado correr, eh? Ojalá todos hiciéramos nuestro trabajo con las mismas ganas que él.

¿Habéis probado a ineteractuar con el mundo? Y más aún, ¿a hacerlo sonriendo? No nos sacará de la crisis, nisiquiera garantiza tener un buen dia, pero os aseguro que, si es malo, al menos se afronta de otra manera

jueves, 8 de marzo de 2012

Encarna

Ayer por la mañana me tocó a mi comprar las cuatro barras de pan que nos desayunos con mis compañeros de trabajo cada día. Casi nunca voy a la panadería, y menos entre semana y ya nunca coincido con Encarna.
Ella no me (re)conoce, aunque me saluda como si fuera clienta habitual, pero para mí es un recuerdo vivo de mi más tierna infancia.
La panadería ha cambiado. Recuerdo un mostrador alto altísimo, tan alto que nisiquiera veía lo que había en el mostrador. Mi madre iba a comprar el pan, imagino que cada día, y ella siempre salía del detrás del mostrador gigante y me daba un trozo de bastón. Aunque mi madre me comprase uno entero. Ella siempre tenía guardado un currusco para mí. Y imagino que para el resto de niños del barrio.
Ahora está detrás de un mostrador que a mi me parece mucho más bajo, y que seguramente lo sea, en una panadería tan grande que tiene hasta cafetería. Y al menos otras dos panaderías.
Ayer, mientras esperaba, pasó una mujer mayor, muy mayor, asomó la cabeza y Encarna le dijo a una dependienta que la señora Ana venía a por su media barra de pan. Le dieron un trozo de una barra de pan rota. Cómo mis trozos de bastón. La señora Ana se fue pagando con una sonrisa. -Mañana te lo traigo, Encarna. - No se preocupe. Sonrisa.
No se nada de Encarna. No se sí es encargada o si las panaderías son suyas. No se sí tiene hijos, si es feliz con su vida. Sólo se que se llama Encarna y que lleva al menos 25 años preparando pan y regalando sonrisas a todo un barrio.
Ella es una mujer trabajadora. Dicen que hoy es nuestro día. Felicidades a todas. Y ojalá algún día vivamos en en un país civilizado y no necesitemos celebrarlo.