Y volvieron, vaya si lo hicieron. Y al Liceu, que es todavía más grande, y acojona aún más.
Y me senté y me dejé llevar. Y la casa del árbol se convirtió en un barco, y nos fuimos a Mallorca, a Ibiza, a Formentera, o a Malta, dónde nos dio la puta gana. Y nos olvidamos de las letras y nos las inventamos, que como son en inglés, nadie se entera. Y cantamos nanas y silbamos tímidamente Pequeño Vals, aunque yo no sepa silbar. Y me enamoraría de Leonor y su vestido rojo cada día. Y se me erizó la piel tantas veces que cuando Leonor se desgarró el alma sacudiendo la luna en un vaso de cristal pensé el universo no sería capaz de volver a expandirse y se quedaría para siempre atrapado entre mis dedos. Y mi primera visita al Liceu solamente podría haber sido mejor si hubiera sonado Beautiful Mess y no hubiera tenido que irme tan pronto a la cama.
Tuvo que ser muy chulo el concierto, un crónica pequeña y directa, me encantó.
ResponderEliminarChaoo!!
Qué bonito lo has contado :)
ResponderEliminarSi enviaras esta crónica a El Periódico, creo que habría un redactor que se quedaría automáticamente sin trabajo...
ResponderEliminarcomparen...
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=706946&idseccio_PK=1013
Qué bien escribes joía!
Bsts.
¡Contar algo que te gusta es tan fácil!
ResponderEliminarMarlango me encanta, y en directo más. Si las crónicas de los conciertos las escribiera siempre gente a quien le gustasen, serían mucho más bonitas, pero seguramente menos imparciales...