sábado, 4 de diciembre de 2010

Cicatrices

Mis planes para el puente se han truncado. A estas horas debería estar pasando Grenoble, vislumbrando a lo lejos el blanco de unos Alpes que llegué a conocer muy bien, pero en cuyas pistas ahora me perdería. Pero como el Karma tiene un problema conmigo, ha decidido que no me aleje mucho de mi casa... y aquí estoy. Me encuentro bastante mejor y estoy muy muy aburrida de tantas horas de cama y sofá, y sofá y cama. Mi madre está encantada con que me quede, porqué así podremos aprovechar el puente para adornar la casa, como hacemos siempre. Y ya tengo un plan para dentro de un par de días, que espero estar en mejor estado. Siempre me ha gustado que los puentes me cundan.

Esta mañana, en pleno arranque pre-navideño familiar (los que me conocéis, ya sabéis lo que se cuece en mi casa por estas fechas, a los que no, os remito a un viejo post), a mi madre se le ha ocurrido preparar postales para los peques de la familia (al final nos han salido casi una docena, claro).. una tradición que tenemos muy abandonada, y que a mi me sigue encantando. Lo curioso del tema es que me faltaban un par de direcciones. Hay lugares que es porque voy demasiado poco, otros porque voy tanto que nunca me he fijado en que número pone en la puerta... Me he puesto a buscar alguna agenda vieja dónde pudieran estar y he acabado regirando en mis viejas cajas. El otro día Reina Mora me preguntaba si era cierto que existían, y sí, si que lo es. Casi todo lo que aparece en el blog es cierto... aunque sólo haya sucedido en mi imaginación. He abierto la última. No porque la agenda tuviera que estar dentro, si no más bien porque cuando la he encontrado, junto a la agenda telefónica ha aparecido una libreta/agenda/diario que pertenecía a la caja número 3.

Es curioso, porque así como las cajas 1 y 2 van asociadas dos personas muy concretas.. y mi vida alrededor de ellas, la caja 3 es... Diferente. Es como... de personita mayor. Hay muchos recuerdos de una persona en concreto, mezclados con toda mi vida sin ella, y con otras personas que aparecieron y se fueron, y con algunas que se quedaron, y con... cosas que deberían ser recuerdos, pero que no he conseguido recordar que significaban, ni porqué estaban allí.

Entre las que sí sé que hacen allí, he encontrado una postal, que había olvidado haber recibido, de una personita muy muy importante, que me ha hecho pensar en esta cita:
Y poco a poco fui creciendo,
rompiendo los cristales con mis propias manos...
sin pensar que luego quedarían cicatrices.
¿Y qué sucede cuando ya no quedan cicatrices? ¿Qué hacer cuando algo que fue tan importante para ti como para estar en esa caja... no te transmite nada? Lo he tirado. Por si acaso. No quiero volver a sentir esa sensación de vacío. Quiero recuerdos de mi vida, que me hagan reír o llorar, pero por favor, que no me dejen indiferente.

2 comentarios:

  1. :)
    Me ha gustado mucho esta entrada.
    Pero mañana la re-leeré para "analizar", que es mu tarde y no estoy yo para esas cosas.

    Pero me ha gustado mucho mucho :)

    Muacks!! :)

    ResponderEliminar
  2. En mi casa también aprovechamos este puente para poner las cosas de Navidad :) Incluso con las niñas anoche hicimos La amiga invisible :)

    Respecto a las cajas...
    Este año ha sido un caos.
    "Decepción" ha inundado un montón de cajas que creía totalmente impermeables...

    Ya sabes que yo soy muy de separar. Que porque ahora sea malo, no signica que no nos podamos quedar solo con lo bueno. Que lo malo siempre pasa...

    Pero he tirado algunas de esas cajas estropeadas porque duelen...

    Quizás tenía que haber esperado a la indiferencia...

    (Aunque si fui capaz de tirarlas...)

    ResponderEliminar