miércoles, 26 de enero de 2011

Versionando a Sabina

Estaban cenando en uno de los restaurantes de moda de la ciudad, uno de esos con platos grandes y cantidades pequeñas. Mesas enormes y comensales con mentes más pequeñas que las raciones. Comensales que eran capaces de despreciar la magnífica carta y pedir "una ensaladita".

Ellos habían pedido los platos más raros de la carta, estaban disfrutando de combinaciones de sabores más que arriesgadas, discutían de política, se quedaban callados mirándose, bebían vino blanco, brindaban porque sí y se reían, especialmente de la simplicidad de las conversaciones de las mesas circundantes.

- Eres la mujer perfecta - le espetó él mientras rebanaba una salsa exquisita con un pedazo del tercer panecillo.
- Gracias - respondió ella soltando una carcajada.
- Lo digo en serio, eres la única mujer que ha disfrutado de la comida en lugar de quejarse de lo raros que son los platos. Eres mucho más interesante que ninguna de las personas aquí sentadas... además de ser la mujer más sexy de todo el restaurante... 

Ella transformó su carcajada en una sonrisa, y le besó, dándole de nuevo las gracias en un susurro. Se les perdieron las manos por debajo del mantel y se les alargaron los besos. Decidieron, tácitamente y no sin esfuerzo, contenerse y dejar el postre para más tarde.

- La mujer perfecta... - repitió él recuperando la compostura,
- ¿Sólo por que soy interesante? - rebatió ella, fingiendo ruborizarse.
- No. Eres perfecta porque eres guapa, lista, culta...  una princesa en la mesa. Y, sobretodo, - calló y se acercó para susurrarle al oído el final de una frase que bien podría haber sacado de una canción de Sabina - una puta en la cama.

2 comentarios:

  1. No puede ser.
    Eso suena fatal.
    Y si él le dice eso despues de lo otro, ella le mete. Seguro.

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  2. En realidad, todo tiene sentido. Ya sabes ;)

    http://ponerlosdatosaceroyreiniciar.blogspot.com/2008/12/comer-es-un-placer.html

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